Se necesitan papeletas para hacer
efectiva la así llamada consulta soberanista del 9-N. Comoquiera que la citada consulta es ilegal, no hay mejor
lugar para imprimirlas que una cárcel y que los impresores sean los inquilinos
del establecimiento, esto es, los presos que han recalado en sus celdas por una
más o menos dilatada carrera criminal. La elección del amotinado gobierno de
Artur Mas es de lo más congruente. Entre los promotores de la consulta y los
impresores de las papeletas hay una evidente comunidad de intereses.
Ahora que
no rige la redención de penas por trabajo, los prohombres de la patria han
pensado muy atinadamente en sustituir esa figura penitenciaria por la
reinserción nacional para penados mediante la elaboración de las papeletas
comiciales. Esa tarea podría reportarles la
blanca, la ansiada libertad, una suerte de amnistía patriótica tras la proclamación de la independencia que
vaciaría los pabellones y los dejaría listos para el acomodo de sus futuros
beneficiarios: los disidentes del nacionalismo obligatorio fichados por el
régimen.
El
operativo nos recuerda la muy estimable película titulada Los falsificadores, basada en un hecho real, en la que unos presos
especialmente capacitados de un campo de concentración nazi se dedicaron a
falsificar libras esterlinas para dañar la economía de las potencias aliadas a
cambio de unas condiciones de reclusión menos calamitosas que las de otras
víctimas. Historia magister vitae,
que decían los clásicos… si el invento de las papeletas funciona, las
autoridades nativas sopesarían la posibilidad de proceder a la falsificación
masiva de los billetes de euro a guisa de venganza, pues la UE ya ha
manifestado en reiteradas ocasiones que una Cataluña separada de España
quedaría fuera del club por tiempo indefinido.
Donde las dan las toman, piensan los patanescos asesores de
Mas. De tal suerte que se completaría el círculo numismático, pues monedas de
euro catalanas, más falsas que duros sevillanos, ya han sido acuñados en China.
Quizá sea ésa la forma de desestabilizar la economía continental que maquinan
los abducidos soberanistas cuando dicen que
Europa se pegaría un tiro en el pie si nos cierran la puerta en las narices.
Es evidente que Mas & cia han perdido la chaveta y los papeles, pero no las papeletas.
Dejamos a
los atareados presos en el taller de la cárcel de Lérida, manguitos, viseras y
tinturas, con una canción del repertorio de Lluis Llach, como hilo musical,
para incentivar la producción de papeletas electorales:
A la ciutat de Lleida n’hi ha una
presó,
de presos mai n’hi manquen,
petita, bonica,
prou n’hi porta el baró, lireta, liró.
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