Se sienten especiales...
En las
olimpiadas de invierno celebradas en Sochi, Rusia, un atleta catalán obtuvo nada
más y nada menos que dos medallas de oro. Pero no competía por la delegación española…
sino por la francesa. En efecto, el laureado Martin Fourcade, natural de Ceret,
Francia, se impuso en sendas pruebas de biatlón. Al quite, los medios de
comunicación nativos saludaron su gesta deportiva diciendo que Cataluña
inauguraba su medallero por tratarse de un campeón nordcatalà. Lo que, por una sencilla regla de tres, implicaría que
si un atleta valenciano, o de la comarca murciana de El Carche, obtuviera un sonado
éxito internacional, sería un sudcatalà
el artífice de tal proeza. Un català insular si fuera mallorquín, y d’ ultramar si oriundo de la localidad
sarda de El Alghero. Chúpate ésa.
No mucho
más tarde, la por algunos llamada Catalunya
Nord nos deparó nuevas y sensacionales noticias. En efecto, celebradas las
elecciones municipales francesas en su primera vuelta, supimos que en Perpiñán,
capital del departamento de Los Pirineos Orientales, la opción más votada fue
la de Monsieur Louis Aliot, candidato
del Frente Nacional de Marine Le Pen, con un 34’19% de los sufragios (véase la web
oficial del ministerio francés del Interior). Curiosamente los medios locales
no se hicieron demasiado eco de esa impensada victoria del político nordcatalà. Cierto que, en la segunda
vuelta, Monsieur Aliot, vio como otro
nordcatalà, el candidato de la
derechista UMP, Jean-Marc Pujol, le arrebataba la codiciada alcaldía por un
ajustado tanteo porcentual de 55-45.
En definitiva, las necesidades
identitarias de los nordcatalanes,
como los llama TV3, las satisface el Frente Nacional francés, y aún en mayor
medida la UMP de Sarkozy, habida cuenta que los partidos catalanistas tienen
allí un predicamento escaso (*) y no pasan de irrelevantes partidículos, pues en Francia los localismos esencialistas
no gozan del fervor popular y se consideran vestigios feudales, anacronismos de l’Ancien
Régime reñidos con el sano principio republicano de la igualdad de todos
los ciudadanos ante la ley, al margen de su localidad de nacimiento o
residencia.
No
obstante, también nosotros tenemos nuestro Frente Nacional autóctono, el Frente Nacional sudcatalán que integra a partidos políticos, sindicatos, medios de
comunicación y entidades empresariales, además del tejido asociativo
generosamente regado con fondos públicos. Como si los Pirineos fueran un eje de
simetrías y al desdoblar ambas mitades coincidieran a las mil maravillas: a un
lado el FN de Marine Le Pen y al otro CiU, ERC, ICV y CUP. El antes llamado
PUC, Partido Unificado de Cataluña,
que nos brinda el sabroso capicúa PUC-CUP,
y que aquí rebautizamos como Frente Nacional sudcatalán.
Pero…
espera tú que al primer ministro francés, Monsieur
Valls, también catalán, pero de Barcelona, no le dé por suprimir
departamentos en su afán por reducir los elevados costes de la administración
gala. En fin, que algunos de nuestros botarates aborígenes han topado, ahí es
nada, con la Grandeur de la France… y
esa gente juega en otra división.
(*) Para conocer más
detalladamente el comportamiento electoral de los nordcatalanes del Departamento
de los Pirineos Orientales, ver el capítulo correspondiente del Manual de
autoayuda para abducidos por el catalanismo, de próxima aparición en nuestra
web.
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