domingo, 12 de octubre de 2014

Contrabando.Cat



Noche cerrada. Trazos de niebla dispersa brotan del sendero y se abrazan a las rocas, se retuercen y culebrean con ágiles torsiones. Las nubes, a su paso vendan el ojo plateado de la luna. Los contrabandistas acarrean los bultos en pos de las mugas fronterizas. De sus bocas sale el aliento convertido en vapor. Hacen un alto en el camino para atizarse un trago de brandy que traen en su petaca de vidrio. Por ellos sabemos que las fronteras son porosas y permeables. Los migueletes les pisan los talones, armados con mosquetones. Recios capotes a los hombros.

Es la evocadora estampa del contrabando… piratas, forajidos, hombres intrépidos y sedientos de aventuras. El romanticismo desatado: El corsario de Byron, La canción del Pirata, los bandoleros de Sierra Morena… los contrabandistas descargando sus atadijos de mercancías sustraídas a la acción del fisco en noche tempestuosa, mar espumante, en una minúscula cala encajonada entre abruptos promontorios… Los contrabandistas de Moonfleet, de Fritz Lang…  

Nuestro contrabando aborigen, cómo no, ha desarrollado el llamado fet diferencial (hecho diferencial). Es el contrabando.cat. La noticia ha pasado sin pena ni gloria en medio del ruido manicomial que nos rodea. Un consejero del amontillado gobierno tripartito, Jordi Ausás, de ERC, el partido de las manos limpias, al decir del patán de Carod Rovira, ha sido condenado a prisión por contrabandear tabaco desde el coche oficial. Un acto de gobierno que, por sí sólo, habría avergonzado a todo un país… en ello se ve que ni somos un país, ni siquiera de los de baratillo, ni como colectivo tenemos vergüenza. Los traficantes de armas, con los ministros pasan las fronteras… canta Franco Battiato en Carta al gobernador de Libia.

Eso es lo que hacía el ministrín, o Consejero de Interior, máximo responsable local en reprimir precisamente ese delito: pasar tabaco de matute en el maletero del coche y distribuirlo por ahí, ayudado, atenta la guardia, por un agente de la Benemérita, es decir, del ejército de ocupación, integrado en la banda y también condenado. Ausás había sido alcalde de La Seo De Urgel y la comarca, como todas las fronterizas, ha gozado siempre de una notable cantera de contrabandistas. Los toreros, de Sevilla, los porteros de fútbol, vascos, y los contrabandistas, de La Seo. Eso se ha dicho siempre. Vamos, que el interfecto conocía el paño y lo suyo ha sido una suerte de homenaje a las costumbres del territorio. 

Con motivo de la evasión de capitales continuada de Jordi Pujol, se dice que los coches oficiales durante su mandato llevaban a Suiza dinero a espuertas, o eso consta en una querella recientemente presentada contra el jefe del clan. Luego el procedimiento, el apego al coche oficial para delinquir, parece que es sostenido en el tiempo: un fenómeno estructural. Ausás sería, pues, un alumno más, aunque aventajado, del padrecito de la Patria. Cuando cumpla condena y salga del trullo fichará por el gobierno de Gibraltar a las órdenes del zampabollos de Fabián Picardo. Su currículo le avala.