Noche
cerrada. Trazos de niebla dispersa brotan del sendero y se abrazan a las rocas,
se retuercen y culebrean con ágiles torsiones. Las nubes, a su paso vendan el
ojo plateado de la luna. Los contrabandistas acarrean los bultos en pos de las
mugas fronterizas. De sus bocas sale el aliento convertido en vapor. Hacen un
alto en el camino para atizarse un trago de brandy que traen en su petaca de
vidrio. Por ellos sabemos que las fronteras son porosas y permeables. Los
migueletes les pisan los talones, armados con mosquetones. Recios capotes a los
hombros.
Es la evocadora
estampa del contrabando… piratas, forajidos, hombres intrépidos y sedientos de
aventuras. El romanticismo desatado: El
corsario de Byron, La canción del Pirata, los bandoleros de Sierra
Morena… los contrabandistas descargando sus atadijos de mercancías sustraídas a
la acción del fisco en noche tempestuosa, mar espumante, en una minúscula cala
encajonada entre abruptos promontorios… Los
contrabandistas de Moonfleet, de
Fritz Lang…
Nuestro
contrabando aborigen, cómo no, ha desarrollado el llamado fet diferencial (hecho diferencial). Es el contrabando.cat. La
noticia ha pasado sin pena ni gloria en medio del ruido manicomial que nos
rodea. Un consejero del amontillado gobierno tripartito, Jordi Ausás, de ERC, el partido de las manos limpias, al decir del patán de Carod Rovira, ha sido
condenado a prisión por contrabandear
tabaco desde el coche oficial.
Un acto de gobierno que, por sí sólo,
habría avergonzado a todo un país… en
ello se ve que ni somos un país, ni siquiera de los de baratillo, ni como
colectivo tenemos vergüenza. Los
traficantes de armas, con los ministros pasan las fronteras… canta Franco
Battiato en Carta al gobernador de Libia.
Eso es lo
que hacía el ministrín, o Consejero
de Interior, máximo responsable local en reprimir precisamente ese delito: pasar tabaco de matute en el maletero del
coche y distribuirlo por ahí, ayudado, atenta la guardia, por un agente de
la Benemérita, es decir, del ejército de
ocupación, integrado en la banda y también condenado. Ausás había sido alcalde
de La Seo De Urgel y la comarca, como todas las fronterizas, ha gozado siempre
de una notable cantera de contrabandistas. Los
toreros, de Sevilla, los porteros de fútbol, vascos, y los contrabandistas, de
La Seo. Eso se ha dicho siempre. Vamos, que el interfecto conocía el paño y
lo suyo ha sido una suerte de homenaje a las costumbres del territorio.
Con motivo
de la evasión de capitales continuada de Jordi Pujol, se dice que los coches
oficiales durante su mandato llevaban a Suiza dinero a espuertas, o eso consta
en una querella recientemente presentada contra el jefe del clan. Luego el
procedimiento, el apego al coche oficial para delinquir, parece que es sostenido
en el tiempo: un fenómeno estructural. Ausás sería, pues, un alumno más, aunque
aventajado, del padrecito de la Patria. Cuando cumpla condena y salga
del trullo fichará por el gobierno de Gibraltar a las órdenes del zampabollos
de Fabián Picardo. Su currículo le avala.