Catalanistas e indómitos punjabíes tienden su
mirada en líneas sin peso allá donde las nectarinas cantan sus himnos
perfectos. Juntos transitan el sendero del soberanismo, bajo las estrellas,
haciendo un alto en el camino para hincarle el diente a una jugosa y dulcísima
sandía, pues los pueblos oprimidos no viven sólo de la poesía, de la épica, del
afán de revancha y de las gestas heroicas de sus antepasados.
¿Asistiremos a batallas nabales, es decir, con nabos a guisa de belígera munición, en aras
de nuestra libertad nacional conculcada por los ejércitos de la ominosa
ocupación extranjera?... ¿Catalanistas y punjabíes regarán con su sangre
bendicente los campos del honor… que son aquellos donde crecen las berzas
galantes? ¿Será la cosecha copiosa, ubérrima? ¿El martirio de los patriotas
ilustrará a las generaciones venideras… o este sacrificio ingente se les dará
una higa, les importará un pimiento en sus variantes morrón o de Padrón?... Múltiples
incógnitas que podría despejar la heterodoxa adivinación a través de la pulpa
de frutas y hortalizas, es decir, la hortofructicomancia
inventada y patentada en su día por ese clarividente gurú del esoterismo agrícola
llamado Paco Porras. De modo que escudriñe el melón, y si no es pepino,
cómaselo.
Las
fotos pertenecen a un comercio situado en la confluencia de la avenida del
Paralelo con plaza Navas. No es un fotomontaje.
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