Hemos
dudado en incluir a TV3 en la categoría, no de crónicas, sino de personajes
patanes, pues la TV regional podría usar las antenas como patas y echar a
andar. TV3 es la joya de la corona, una de las piedras angulares del régimen y una
de sus más dilectas herramientas adoctrinadoras, en cerrada competencia con la
escuela y con la práctica totalidad de los medios de comunicación locales, tanto
de titularidad pública, incluido el circuito catalán de RTVE, como semi-pública
(La Vanguardia, 8TV, RAC-1, El Periódico,
20 Minutos, Ara, Avui, etc), en
virtud de las numerosas subvenciones que reciben sus editores. Los sucesivos
responsables de TV3, entre ellos la fanática ultranacionalista de Mónica
Terribas, que hace las delicias de los catalanistas más intransigentes, han
declarado reiteradamente que la misión de TV3 es contribuir a la construcción
nacional de Cataluña. La TV aborigen ya nació con ese defecto de fábrica y
hemos invertido en el engendro una mareante cifra de cientos de millones de
euros.
Aquellos
que no han sucumbido al virus indigenista han de modificar sus funciones
cerebrales para conectar con TV3 y captar el significado último de su
programación y mensajes, desde entrevistas, como aquella inolvidable de Albert
Om a Pepe Rubianes, fino, pero ya finado patán, a retransmisiones deportivas,
pasando por documentales, noticieros e incluso las previsiones meteo. Son muchos años generando unas
inercias y un lenguaje propios y no es fácil que un individuo sano sintonice de
primeras su frecuencia de onda. Sospechamos
que los usuarios abducidos por el canal soberanista enchufan un cable que va
directo del televisor a su cocorota para resetear
su materia gris y procesar la nueva hornada de insultos a España.
Si uno,
repanchingado en el sillón del saloncito, enchufa la tele y hace zapping revistará varias emisoras. Oirá
hablar de una tal Chabelita, de Belén
Esteban, verá a un tipo coletudo echar pestes de la casta política, llegarán a
sus oídos tramas corruptas, que si Gürtel,
Bárcenas, que si los ERE fraudulentos, o tragedias sin cuento en medio mundo, que
si guerras, matanzas, refugiados, hambrunas, epidemias… pero al pasar por TV3,
indefectiblemente, escuchará la palabra clave, la muletilla, la fórmula mágica,
filosofal, y así desde hace unos añitos, y que no es otra que procés.
En efecto, en TV3 nada hay más allá,
ni más acá del procés, expresión que aquellos patanes que nos siguen desde otras
demarcaciones que no padecen la llamada normalización
lingüística habrán de traducir por proceso
y que se pronuncia “prusés”. Por esa
admirable tenacidad, y en adelante, habría de llamarse TVProcés: “procés” por aquí, “procés” por allá… que es un latiguillo que suena a
todas horas como un latoso hit
musical de un verano eterno.
En una
reciente entrevista contra Albert
Rivera, el presentador, metido a comisario político y, desde el saludo inicial animado
por el evidente propósito de incomodar al líder de C’s, le dice que un gobierno que tiene en el cajón un
dossier de la UDEF repleto de turbias acusaciones contra Jordi Pujol, no hará,
en el fondo, sino acrecentar los afanes independentistas de la población, pues quien
actúa de manera tan aviesa no merece la confianza de nadie… y, claro es, se
olvida de la pregunta. Así es TVProcés.
"Pruseso" que no ne extraña que el burro sea su animal nacional
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