viernes, 6 de diciembre de 2013

Súmate… a la poli judía del gueto. Crónica patánica




Súmate es un colectivo separatista reclutado entre castellanohablantes en los barrios periféricos del área metropolitana de BCN. Obedecen al perfil del llamado charnego agradecido, en la línea de José Montilla, que fue, no es coña, presidente de la Generalidad, e incluso ministro de Industria. Sólo que los integrantes de Súmate han ido más lejos que el domesticado cordobés abrazando la redentora causa del soberanismo.

A veces sucede: el servicio emula a los señoritos y adopta sus ideas, aunque versionadas en una clave chusca, ramplona. Los criados de Downton Abbey emulan, salvando las distancias de cuna, a los amos. Es la fidelidad inquebrantable de la mayordomía vocacional, del palanganero que, bayeta al hombro, limpia salpicaduras y manchurrones de los jergones del lupanar.

Las páginas de la Historia están llenas de ejemplos de servilismo ancilar aderezado de pinceladas exóticas, con gran profusión de plumas y turbantes de mamelucos o cipayos. Los ejércitos en campaña alinean en sus flancos a tropas nativas para someter al enemigo. Los romanos recurrían a los visigodos para detener a los hunos. Los franceses a los hurones para guerrear contra los ingleses. Los panzas azules de la Caballería yanqui mandaban en descubierta a los guías indios para perseguir a sioux y comanches. Las tropas españolas en Marruecos tenían a sus auxiliares rifeños, con tarbux colorado y borla, para proceder al alegre degüello de los rebeldes de las jarcas hostiles.

La policía judía del gueto tenía la encomienda de aporrear a sus hermanos intramuros para evitar a los SS el trabajo sucio en ese espacio estrechujo, cerrado, pestilente, al copo de epidemias, hacinamiento, desnutrición, mortandad… un horror. Y el poli judío del gueto, una especie de sonderkommando acarreando cadáveres hasta el crematorio, se garantizaba unos meses más de vida, pues los agentes de la amaestrada poli judía serían los últimos en desfilar por la cámara de gas. Amaestrada y patética, porque los disfrazaban con un uniforme ridículo, como de mono de feria, con su gorra de plato, estrella de David en el brazalete y cachiporra para tundirle el cráneo a sus iguales. Vean, para muestra un botón, al poli judío de la extraordinaria película de Roman Polanski, El pianista. El poli-botarate se recorta el bigote al gusto hitleriano. Ese uniforme, ese disfraz astroso, en otras coordenadas espacio-tiempo, muda acaso en vestido de lunares y faralaes para amenizar el sarao en una caseta de la subvencionada Feria de Abril en Can Zam, o doquiera se celebre… entre rebujitos y manzanillas, y ante la mirada vigilante y complacida de los amos del corral. Es el mito actualizado del buen negrito, del tío Tom.

Si tienes alma de fámulo, de felpudo o escupidera, te mola que la superioridad te dé una palmadita en el hombro y quieres que tus hijos sigan tu ejemplo y sirvan a los hijos de tus amos… alístate… Súmate a la poli judía del gueto.

1 comentario:

  1. Desde luego,esta gente es lo más patético que se ha visto en mucho tiempo.

    ResponderEliminar