viernes, 1 de noviembre de 2013

Cinco nacionalidades - Crónica patánica



Se le ocurrió a Junqueras durante una pesada digestión. Al concluir el ágape, entrelazó las manos sobre su panza abacial, sesteó, con un hilillo de baba en la comisura de los labios, y al despertar por el futilazo eléctrico de una intuición genial, exclamó ¡Eureka!... En efecto, los catalanes que lo deseen, proclamada la independencia, mantendrán doble nacionalidad: catalana y española.

Comoquiera que serán muchos, Junqueras dixit, los acogidos a esa prebenda (prebenda es que el nacional de un país que se separa de otro mantenga la nacionalidad del país del que se ha separado porque Junqueras lo diga), la Unión Europea no podrá expulsarnos de su mullido seno, pues si lo hiciera, excluiría arbitraria e injustamente a millones de ciudadanos que ya son ciudadanos-UE en virtud de su milagrosamente preservada nacionalidad española. Advertimos al señor Junqueras, que, por ejemplo, no pocos argentinos, a causa del convenio de doble nacionalidad suscrito entre España y la república austral, son ciudadanos españoles, y no por ello en Argentina son de aplicación los tratados de la Unión. Detalle a tener en cuenta.

No parece muy cabal separarse del país promotor de la catalanofobia, que nos oprime y expolia desde hace siglos, al menos tres, para solicitar al día siguiente su nacionalidad. Cabe que los catalano-españoles de Junqueras, por españoles, pudieran votar, por qué no, al Congreso de Diputados, y que, habiendo sido proclamada la independencia, en Madrid se llevaran la morrocotuda sorpresa de que CiU constituyera de nuevo grupo parlamentario en la Carrera de San Jerónimo. No se librarían de nosotros jamás.

Podríamos continuar este escalofriante ejercicio de política-ficción, pero no disponemos de espacio para otras divagaciones igualmente inquietantes. Una más: no sólo la pérfida España se empecina en abortar nuestra plenitud nacional. Otros estados constituidos, Francia, Italia y Andorra, imitan su ejemplo e impiden la reunificación de los así llamados països catalans. Perpiñán, Ceret y Arlès nos pertenecen… -que ya prohibiremos los toros a esos malos catalanes-... No olvidamos la localidad sarda de El Alghero, razón por la que sus residentes habrían de disponer de doble nacionalidad, nativa e italiana. Y Andorra, tan reacia a abrir sus parroquias a los foráneos, no podría mantenerse al margen, por mucho tiempo, de la Gran Cataluña, y negar su codiciada nacionalidad a los catalanes allí avecindados. De modo que los catalanes seremos sólo catalanes, los menos agraciados, y otros, catalanes y españoles, o franceses, e incluso italianos, si non é vero é ben trobato, o andorranos, o todas las cosas a la vez. Y descubriremos que, aún fuera de la UE, seremos los más europeos de Europa, qué digo de Europa, del mundo. Europeos por quintuplicado. Cinco nacionalidades, vamos, como el famoso torneo de rugby…

No hay comentarios:

Publicar un comentario